“El hombre sólo puede contemplar su presencia, postrándose en adoración y alabanza.” (Papa Juan Pablo II, Octubre 3l, 2001, Audiencia General)

“San Francisco de Asís presentó la primera celebración en vivo de la Natividad, en un establo, una víspera de Navidad. Todos los niños del pueblo y sus padres estaban allí para oir la Santa Misa y tomar parte en la representación de la primera Navidad. Después de la consagración de la Misa, ¡cuando el Sacerdote oró sobre el pan y el vino y dijo, Este es Mi Cuerpo, Esta es mi Sangre, el Bebé Jesús se apareció! Todos estaban admirados ante este milagro tan maravilloso!  Jesús en la Sagrada Eucaristía era el amor y el centro de la vida de San Francisco.  Fue Jesús en la Sagrada Eucaristía el que le dio el amor y la fuerza para servir a los pobres.” (De nuestro Folleto CH-C) Debido a las muchas horas que San Francisco pasó postrado en Adoración de Jesús en el Santísimo Sacramento, se le concedió la gracia para trabajar incansablemente por la justicia y la paz. Él escribió, “Yo les pido que muestren la mayor reverencia y honor posibles por el Santísimo Cuerpo y la Sangre de nuestro Señor Jesucristo, por quien todas las cosas, tanto en la tierra como en el cielo, han sido llevadas a la paz y la reconciliación con Dios Todopoderoso.”

“Es urgente que se eleve  una invocación oral desde la tierra hacia el cielo, para implorar del Todo Poderoso, en cuyas manos está el destino del mundo, el gran don de la paz.”  (Papa Juan Pablo II, Nov. 2001)

“La Sagrada Eucaristía es la continuación de la Encarnación de Cristo en la tierra, donde el mismo Jesús que nació 2000 años atrás en Belen está tan realmente presente con nosotros ahora como lo estuvo entonces. De nuevo, Él viene callada y humildemente. De nuevo, solamente los humildes pueden ver, con los ojos de la fe, al humilde Jesús, escondido en el Santísimo Sacramento. Esta es la fe que nos mueve a venir a adorarlo. Si pudiéramos verlo (en forma humana) con nuestros ojos,  todos correrían a darle la bienvenida, aún en medio de la noche. Pero Él permanece escondido en el Santísimo Sacramento porque nos llama a tener fe para que vengamos a Él en humildad.  Vuestro Sacrificio del tiempo pasado en la Adoración Eucarística es el oro, el incienso y la mirra que le agradan a Él. Vuestro sacrificio es de más valor que todos los obsequios  del mundo. Vuestro sacrificio es la llave que abre la puerta de Su Corazón y hace fluir los dones de Sus gracias y bendiciones sobre el mundo entero, para que la promesa de la venida de Jesús se cumpla: ‘Gloria a Dios en las alturas y en la tierra paz a los hombres en quienes Él se complace.’” (Lk. 2:14) (De nuestro Folleto A-2)

 “La Eucaristía completa la restauración comenzada en el Pesebre. Por lo tanto, alégrense en este hermoso día en el cual el sol de la Eucaristía está elevándose. No permitan nunca que su   gratitud separe el Pesebre del Altar, el Verbo hecho carne del Dios-Hombre hecho Pan de Vida en el Santísimo Sacramento.” (S. Pedro Julián Eymard)

“Los que verdaderamente recihen [Comunión/Adoración] como su pan diario, viven todos los días el misterio de la Navidad, el Verbo hecho carne.” (Santa Teresa Benedicta, Edith Stein)

“Que una constante invocación por la paz surja en la Iglesia mediante el rezo del Rosario, ya sea individualmente o en comunidad, manteniendo nuestra vista fija en Cristo Jesús, nuestra paz.” (Papa Juan Pablo II, Oct. 14, 2001. Hasta el presente, Él ha repetido este ruego varias veces).  ¡Nuestra Señora Reina de la Paz, ruega por nosotros!