Nos postramos en adoración ante el Hijo de Dios. Nos unimos en espíritu a la admiración de María y José. Cuando adoramos a Cristo, nacido en un establo, sentimos la fe, llena de asombro, de los pastores de aquel tiempo; sentimos su misma sorpresa y su mismo gozo.” (Papa Juan Pablo II, 1999 - Homilía en la Misa de Medianoche)

Cristo manifiesta su gloria divina más radicalmente a través de su humanidad, asumida en la Encarnación: “Y la Palabra se hizo carne, y puso su Morada entre nosotros, y hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad” (S. Juan 1:14) (Papa Juan Pablo II, Audiencia General, Septiembre 17, 2000)

El nacimiento de Jesús en Belén no es un acontecimiento que se puede consignar al pasado. En efecto, toda la historia de la humanidad discurre en referencia a Él: nuestro propio tiempo y el futuro del mundo están iluminados por su presencia. Él es “el que vive” (Apoc. 1:18), “aquel que es, que era y que va a venir.” (Apoc.1:4). Ante Él toda rodilla debe doblarse, en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua debe confesar que Cristo Jesús es Señor (cf. Fil 2:10-11). En su encuentro con Cristo todo hombre descubre el misterio de su propia vida.(l)

Durante dos mil años, la Iglesia ha sido la cuna en que María coloca a Jesús y lo presenta para la adoración y contemplación de todos las gentes.Que la humildad de la Esposa haga que brille aún más la gloria y el poder de la Eucarístia, que ella celebra y atesora en su corazón. En la señal del Pan y el Vino consagrados, Cristo Jesús resucitado y glorificado, la luz de las naciones (cf. S. Luc. 2:32), revela la perdurable realidad de su Encarnación. El permanece vivo y real en medio de nosotros para alimentar a los fieles con su Cuerpo y su Sangre. (Papa Juan Pablo II, Incarnationis Mysterium)
 
 

“Navidad es la estación de cambiar obequios con los amigos;así que Nuestro Señor vino a intercambiar obsequios. El nos dice, como solamente un Dios bueno puede decir: ‘Denme ustedes su humanidad y yo les daré a ustedes Mi Divinidad; ustedes me dan su tiempo y yo les dare Mi Eternidad; ustedes me dan sus cuerpos cansados y Yo les daré Mi Redención’ ustedes me dan su corazón roto y Yo les dare a ustedes Mi Amor; ustedes me dan su nada y yo les daré Mi Todo.” (Arzobispo Fulton J. Sheen)

“Contemplen a Jesús recostado en Su Cuna, envuelto en el poder de la paz divina y el sufrimiento redentor. María, de rodillas, embelesada, en éxtasis, cuida del Niño, del Ser Eterno. ¡Ella medita sobre otro Belén, sobre otra Cuna muy diferente, una cuna de aparente reposo, pero de inmolación real y perpetua, el Altar! Mirando hacia adelante, a través de los siglos por venir, la amante Reina, la Virgen dolorida contempla este Belen perdurable, indestructible a través de los siglos, donde este mismo Niño adorable renacerá miles de veces sobre el Altar... Mirando a su Niño dormido, ella ve al mismo Jesús--su Dios--aún más humilde en todos los sagrarios de lo que es en el pesebre. La visión de Belén se ha convertido en realidad. En cada altar Jesús-Hostia parece dormir, y María aún continúa cuidando este pesebre Eucarístico en el cual nos aguarda Jesús constantemente. (Fr. Mateo Crawley-Boevey)

“Christmas” la Misa de Navidad es la Misa de Cristo...” El Cristo de Belén... es el Cristo de la Eucaristía.” (John Cardenal O’Connor)

La Sagrada Eucaristía es la continuación de la encarnación de Cristo en la tierra. El misterio de la Eucaristía proporcionala alegría de tener la Navidad todos los días. Cuando venimos al Santísimo Sacramento venimos a Belén, palabra que significa ‘casa de pan.’

“La Eucaristía comenzó en Belén, en los brazos de María. Ella fue la que trajo a la humanidad el Pan del cual tenía hambre, y el único que puede alimentarla.”(S. Pedro Julián Eymard)

“Consideren el humilde sacrificio que los pastores y los tres Reyes Magos hicieron en su larga travesía para adorar al Niño Cristo. Solamente los humildes pastores y los sabios astrólogos siguieron la estrella de fe hasta Belén. Él era el Rey, mucho más grande que ellos. Ningún viaje era muy largo porque cualquier dificultad que tuvieron valió la pena el sacrificio. Cuando lo vieron, se inclinaron ante Él. ¿Dónde estaba el resto del mundo?  ¿Quién podía entender en aquel entonces que aquel Bebé envuelto en pañales era el oculto Verbo de Dios Encarnado? Vino calladamente y amorosamente. Sólo los humildes y los sabios pudieron ver al humilde Jesús acostado en un pesebre. El resto del mundo pasó de largo sin verlo.Miren cómo Dios no ha cesado nunca de honrar a los pastores y a los magos por dar honor a Su Hijo en Belén. El humilde sacrificio de su largo viaje es alabado en las Escrituras. Y alrededor del mundo en cada iglesia y cada hogar cristiano durante la Navidad, se les incluye en todas las escenas del Nacimiento. En el Santísimo Sacramento Jesús viene a nosotros con más humildad aún que aquella vez. Por eso es que el sacrificio de ustedes le dará mayor gloria a Dios que la que le dió la de los pastores y los tres Reyes Magos. ¡Y Dios los honrará  a ustedes durante toda la eternidad más que a los pastores y a los tres Reyes Magos, por honrar a Su Hijo en el Santísimo Sacramento con la humildad del sacrificio que hacen!” (De nuestro panfleto A-2)
 

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