Octubre 1998 Boletín de noticias No. 11
Cuando rezamos el Rosario frente al Santísimo Sacramento,
ESTAMOS AMANDO A JESUS CON EL CORAZON DE MARIA,
Cuando rezamos el Rosario frente a Jesús en el Santísimo Sacramento,
le ofrecemos a Jesús la adoración perfecta de María.
Unimos nuestro amor a Jesús con el amor perfecto y la alabanza de María.
Jesús recibe nuestra hora santa como si MARIA MISMA LA ESTUVIERA HACIENDO,
porque no importa lo débil que sea nuestra fe o la pobreza de nuestro amor.
María nos introduce en su Corazón
y Jesús acepta nuestra hora con Él como si viniera directamente del
Corazón de Su misma Madre.
El Inmaculado Corazón de María repara y suple
lo que falta en nuestro corazón.
Los quince misterios del Rosario están relacionados y encentrados
en el misterio central de nuestra fe, la Santa Eucaristía.
donde "la obra de nuestra redención se lleva a cabo".1
La Eucaristía continúa y hace presente
todos los quince misterios del Santo Rosario.
Cuando venimos a la Eucaristía venimos a Belén,
porque la Eucaristía es la continuación
de la encarnación de Cristo en la tierra.
Ese es el tema de los Misterios Gozosos.
Vivir los Misterios Gozosos: la obediencia de María, la confianza,
la adoración, la consagración, es lo que trae alegría a nuestra alma.
Cuando venimos a la Eucaristía, venimos al Calvario,
porque ahí es donde Jesús renueva Su perfecto sacrificio de la Cruz
y continúa inmolándose por nuestro amor, donde
"la victoria y el triunfo de Su muerte se hacen presentes de nuevo."
La Eucaristía es el fruto de la Pasión de Nuestro Señor.
Es el tema de los Misterios Dolorosos.
Los Cuatro Fines de la Misa,
la adoración, la acción de gracias, la reparación y la petición,
se continúan en el Santísimo Sacramento
porque ahí es donde "Jesús vive para interceder por nosotros."
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1 De los Documentos del Vaticano II
2 Ibid
Por sus Sagradas Heridas, que son ahora la gloria del Paraíso,
somos sanados en este Santo Sacramento
de todas nuestras heridas de la mente, el corazón y el alma.
Ahí es donde somos renovados por el poder de Su gracia
que fluye de Sus Sagradas Heridas, siempre frescas con las aguas
de vida de Su Amor Divino.
Las cinco heridas externas de Jesús representan
Sus cinco heridas interiores, (ver Isaías, cap. 53).
Por estas heridas somos sanados.
¡Cuando venimos a la Eucaristía venimos a la Resurrección,
porque ahí es donde vive nuestro Salvador Resucitado!
Él es el Cordero en el trono que nos guía.
La Eucaristía nos da un sabor anticipado del Cielo
y una prefiguración de la gloria futura que nos espera,
en la cual amaremos a Dios con el mismo amor de Dios.
Ese es el tema de los Misterios Gloriosos.
En unión con los Sagrados Corazones de Jesus y María,
revivimos estos misterios en nuestra vida diaria,
porque a donde fue Jesús, Su Esposa, la Iglesia, ha de seguirlo.
Antes de ser glorificados con Él para siempre,
también nosotros debemos de cargar nuestra cruz cada día y seguirlo.
ESTANDO MARIA "LLENA DE GRACIA", CADA "AVEMARIA" QUE DECIMOS ABRE NUESTRAS ALMAS A GRACIAS PRECIOSAS QUE ENRIQUECEN NUESTRO ESPIRITO CON UN AUMENTO DE
SUS VIRTUDES, Y NOS GUIA HACIA UNA UNION MAS PROFUNDA CON EL CORAZON EUCARISTICO DE JESUS. Los dos corazones de Jesús y María están tan perfectamente unidos, que con cada "Avemaría" que decimos, respiramos el mismo espíritu de Jesús, semejante a una "aspiración espiritual" de divina inspiración dándole vida a nuestra alma.
Tomado del libro por la Madre Teresa de Calcuta: Meditaciones del Rosario, Amando a Jesús con el Corazón de María, Meditaciones Eucarísticas de los
Quince Misterios del Rosario.
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