Junio 2000                                                                                                                                Boletín de noticias No. 31

Corpus Christi: Día de la Fiesta de Dios 

¡Corpus Christi, el Cuerpo de Cristo, es el único día de fiesta dedicado exclusivamente a honrar la verdadera presencia viviente de Dios entre nosotros! Las Escrituras nos dicen, en San Juan 1:14 “El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”. Más adelante en San Juan 6:51, Jesús nos dice “Yo soy el pan vivo, bajado del cielo”. Corpus Christi es una fiesta de gran regocijo, un día de recibir y recordar a nuestro Señor Jesús en el Santísimo Sacramento. La mejor manera de celebrar este don maravilloso es participando en la Santa Misa, recibiendo a Jesús en la Santa Comunión, y adorándolo en el Santísimo Sacramento. Estando presente con Él en en la Sagrada Comunión, abriéndole nuestro corazón y nuestra mente, podemos verdaderamente comunicarnos con Él, mirarle, hablarle, escucharlo a Él y a sus inspiraciones, y sentir Su presencia. Esta es la perfecta oportunidad de recordar la constante y continua presencia de Jesús en los tabernáculos de nuestras iglesias, donde siempre nos espera y nos llama. “¿No podríais velar una hora conmigo?” (Mt. 26:40) Muchas iglesias a través del mundo acostumbran a tener Adoración Eucarística en esta gran fiesta en la cual Jesús, en la Sagrada Hostia, es colocado sobre el altar, dentro de la custodia, donde podemos contemplarlo ‘cara a cara’ y hablar con Él de ‘corazón a corazón’. Muchas parroquias tienen Adoración Eucarística Perpetua donde podemos ver a Jesús 24 horas al día, 7 días a la semana, todo el año. San Juan (6:40) nos dice: “Porque ésta es la voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.”

El Segundo Concilio Vaticano y todos los Papas de este siglo han declarado frecuentemente y con gran énfasis que “la Eucaristía es la fuente y la cumbre de nuestra fe como católicos. Nuestro Señor Eucarístico es el mayor tesoro de nuestra fe. ¿Porqué? ¡Porque es Él quien realmente está presente, en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en la Eucaristía! Aunque sólo podemos verlo con los ojos de la fe, podemos ver y experimentar, interiormente y exteriormente, los resultados de Su verdadera presencia. Cuando recibimos a nuestro Jesús en la Sagrada Comunión somos reformados, transformados y fortalecidos. Nos reformamos como verdaderos discípulos cristianos, nos transformamos en Su imagen y nos fortalecemos y alimentamos para nuestro diario caminar con Él. Jesús nos guía en la Sagrada Hostia, Él es nuestro “Alimento del Alma”. Igual que nuestros cuerpos necesitan alimento para tener energía, también nuestras almas lo requieren o, de lo contrario, pereceríamos de inanición espiritual. Nosotros necesitamos a Jesús en la Eucaristía para verdaderamente poder sobrevivir y revivir. Cuando recibimos a Jesús y pasamos tiempo en su presencia en la Eucaristía, nos llenamos de energía y de fuerza para amar y servir a Dios y a los demás. El mismo Jesús que antes caminó entre nosotros por la tierra continúa su magisterio de amor y de curación, reparación y restauración, en Su Sagrada Eucaristía. Él sigue sanando cuerpos, mentes y almas como lo hizo anteriormente. En Mateo 28:20éstas fueron las palabras de Nuestro Señor resucitado y vivo antes de Su ascensión al cielo, Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.”

Innumerables sanaciones, consideradas milagros eucarísticos, han ocurrido y continúan ocurriendo. Muchas personas han experimentado curaciones físicas, curaciones de enviciamiento, de problemas emocionales y de recuerdos, curaciones de relaciones personales, y mucho más. Muchos han obtenido estas curaciones para otros por medio de la oración de intercesión, ofreciendo sus Santas Comuniones por otros e intercediendo por otros en sus propias Horas Santas de Adoración ante Jesús en el Santísimo Sacramento--el cual es nuestro Médico Divino. Él nos dice: “Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso.

(Mt. 11:28). “Confiadle todas vuestras preocupaciones, pues Él cuida de vosotros.” (1 Pedro 5:7)



Nunca debemos sentir temor de ir ante Jesús en la Eucaristía, ni tampoco estar temerosos de enviar a otros a Él.En San Juan 6:37, Jesús nos dice “al que venga a mí no lo echaré fuera”. Jesús se queda con nosotros por el amor insondable que nos tiene. Él permanece en los tabernáculos de nuestras iglesias, en un pequeño pedacito de pan , como prisionero de su pasmoso y misterioso amor por nosotros. Jesús quiere que seamos felices con Él por la eternidad. En San Juan 6:54 “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí, y yo en él. Lo mismo que el Padre, que vive, me ha enviado y yo vivo por el Padre, también el que me coma vivirá por mí.
En este intensamente Eucarístico año 2000, respondamos al gran deseo de nuestro Santo Padre, expresado en su homilía durante el 45 Congreso Eucarístico en Sevilla, España, en junio de 1993. “Yo espero que esta forma de Adoración Perpetua, con exposición permanente del Santísimo Sacramento continuará en el futuro. Específicamente, espero que el fruto de este congreso resulte en el establecimiento de la Adoración Eucarística Perpetua en todas las parroquias y comunidades cristianas del mundo entero.”

El Papa Juan Pablo II dijo al mundo, desde la Basílica de San Pedro en Roma: “La manera mejor, más segura y más efectiva de establecer la paz duradera en la faz de la tierra es a través del gran poder de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento.” ¡Cuando Jesús reine como Rey, a través de la Adoración Eucarística Perpetua, en cada parroquia del mundo entero-cada día será, entonces, el día de fiesta de Dios!”Cuando llegue este gran día, entonces Él, el Príncipe de la Paz, traerá la verdadera Paz. Porque, como nos dice en 2 Crónicas 7:14 “Cuando mi pueblo se humille y busque mi rostro...Yo sanaré su tierra.” “¡Mira que hago un mundo nuevo! (Apoc. 21:5)

Registración Linda Bracy, 1995. Todos los derechos reservados.

Comuníquese con nosotros para designarle un Misionero, y obtener copias de este panfleto junto con los materiales necesarios para empezar la Adoración Eucarística Perpetua.

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