Corpus Christi: Día de
la Fiesta de Dios
¡Corpus
Christi, el Cuerpo de Cristo, es
el único día de fiesta dedicado exclusivamente a honrar la
verdadera presencia viviente de Dios entre nosotros! Las Escrituras nos
dicen, en San Juan 1:14 “El verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”.
Más adelante en San Juan 6:51, Jesús nos dice “Yo soy
el pan vivo, bajado del cielo”. Corpus Christi es una fiesta de gran
regocijo, un día de recibir y recordar a nuestro Señor Jesús
en el Santísimo Sacramento. La mejor manera de celebrar este don
maravilloso es participando en la Santa Misa, recibiendo
a Jesús en la Santa Comunión, y adorándolo en el Santísimo
Sacramento. Estando presente con Él en en la Sagrada Comunión,
abriéndole nuestro corazón y nuestra mente, podemos verdaderamente
comunicarnos con Él, mirarle, hablarle, escucharlo a Él y
a sus inspiraciones, y sentir Su presencia. Esta es la perfecta oportunidad
de recordar la constante y continua presencia de Jesús en los tabernáculos
de nuestras iglesias, donde siempre nos espera y nos llama. “¿No
podríais velar una hora conmigo?” (Mt. 26:40) Muchas iglesias a
través del mundo acostumbran a tener Adoración Eucarística
en esta gran fiesta en la cual Jesús, en la Sagrada Hostia, es colocado
sobre el altar, dentro de la custodia, donde podemos contemplarlo ‘cara
a cara’ y hablar con Él de ‘corazón a corazón’.
Muchas parroquias tienen Adoración Eucarística Perpetua donde
podemos ver a Jesús 24 horas al día, 7 días a la semana,
todo el año. San Juan (6:40) nos dice: “Porque ésta es la
voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en él
tenga vida eterna y que yo le resucite el último día.”
El
Segundo Concilio Vaticano y todos los Papas de este siglo han declarado
frecuentemente y con gran énfasis que “la Eucaristía es la
fuente y la cumbre de nuestra fe como católicos. Nuestro Señor
Eucarístico es el mayor tesoro de nuestra fe. ¿Porqué?
¡Porque es Él quien realmente está presente, en su
Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad en la Eucaristía! Aunque sólo
podemos verlo con los ojos de la fe, podemos ver y experimentar, interiormente
y exteriormente, los resultados de Su verdadera presencia. Cuando recibimos
a nuestro Jesús en la Sagrada Comunión somos reformados,
transformados y fortalecidos. Nos reformamos como verdaderos discípulos
cristianos, nos transformamos en Su imagen y nos fortalecemos y alimentamos
para nuestro diario caminar con Él. Jesús nos guía
en la Sagrada Hostia, Él es nuestro “Alimento del Alma”. Igual que
nuestros cuerpos necesitan alimento para tener energía, también
nuestras almas lo requieren o, de lo contrario, pereceríamos de
inanición espiritual. Nosotros necesitamos a Jesús en
la Eucaristía para verdaderamente poder sobrevivir y revivir. Cuando
recibimos a Jesús y pasamos tiempo en su presencia en la Eucaristía,
nos llenamos de energía y de fuerza para amar y servir a Dios y
a los demás. El mismo Jesús que antes caminó
entre nosotros por la tierra continúa su magisterio de amor y de
curación, reparación y restauración, en Su Sagrada
Eucaristía. Él sigue sanando cuerpos, mentes y almas
como lo hizo anteriormente. En Mateo 28:20éstas fueron las palabras
de Nuestro Señor resucitado y vivo antes de Su ascensión
al cielo, “Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los
días hasta el fin del mundo.”
Innumerables
sanaciones, consideradas milagros eucarísticos, han ocurrido y continúan
ocurriendo.
Muchas personas han experimentado curaciones físicas,
curaciones de enviciamiento, de problemas emocionales y de recuerdos,
(Mt.
11:28). “Confiadle todas vuestras preocupaciones, pues Él cuida
de vosotros.” (1 Pedro 5:7)
El
Papa Juan Pablo II dijo al mundo, desde la Basílica de San Pedro
en Roma: “La manera mejor, más segura y más efectiva de establecer
la paz duradera en la faz de la tierra es a través del gran poder
de la Adoración Perpetua del Santísimo Sacramento.” ¡Cuando
Jesús reine como Rey, a través de la Adoración Eucarística
Perpetua, en cada parroquia del mundo entero-cada día será,
entonces, el día de fiesta de Dios!”Cuando
llegue este gran día, entonces Él, el Príncipe de
la Paz, traerá la verdadera Paz. Porque, como nos dice en 2 Crónicas
7:14 “Cuando mi pueblo se humille y busque mi rostro...Yo sanaré
su tierra.” “¡Mira que hago un mundo nuevo! (Apoc. 21:5)
Registración
Linda Bracy, 1995. Todos los derechos reservados.
Comuníquese
con nosotros para designarle un Misionero, y obtener copias de este panfleto
junto con los materiales necesarios para empezar la Adoración Eucarística
Perpetua.
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Sacramento
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