Jesús le dijo a Santa Ma. Faustina que el Santísimo Sacramento es el
“trono
de la misericordia en la tierra”. “Deseo
que se establezca la Adoración . . .
. por la intención de impetrar misericordia por el mundo” (Diario
La Divinia
Misericordia, 300, 1485, 1572, y 1070).
Jesús, presente en la Sagrada Eucaristía—Cuerpo,
Sangre, Alma y divinidad—es
el amor y la misericordia de Dios que se manifiesta en nosotros desde
ahora
hasta el final de los tiempos.
Jesús se le apareció a la Hermana Ma. Faustina Kowalska del Santísimo
Sacramento el 22 de febrero de 1931 en Polonia y le dio un mensaje de amor
y
misericordia para el mundo entero. Mientras la
Hermana Faustina rezaba antre el
Santísimo Sacramento, vio a Jesús con dos grandes rayos de luz
que salían de Su
corazón, uno rojo y otro pálido. Después El le reveló
“ambos rayos brotaron de
las entrañas más profundas de Mi misericordia cuando Mi Corazón
agonizante fue
abierto en la cruz por la lanza” (299).
Jesús le pidió a Santa Faustina que proclamara al mundo Su gran amor y
misericordia difundiendo la Devoción de la Misericordia de Dios. “Mi
corazón está
colmado de gran misericordia para las almas y especialmente para los
pobres
pecadores. Oh, si pudieran comprender que Yo soy para
ellas el mejor Padre, que
para ellas de Mi Corazón ha brotado Sangre y Agua . . . para ellas vivo
en el
tabernáculo; como Rey de Misericordia. Deseo colmar las
almas de gracias . .
. Tienen tiempo para todo, solamente no tienen tiempo para venir a Mí a
tomar
las gracias” (367).
“Apela a Mi misericordia para los pecadores, deseo su salvación.
Cuando
reces esta oración con corazón contrito y con fe por algún pecador, le
concederé
la gracia de la conversión. Esta oración es la siguiente: “Oh
Sangre y Agua
que brotaste del Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para
nosotros, en Ti confío” (186).
Nuestro Señor le dijo a Santa Faustina, “Soy el Amor y la Misericordia
Mismos. Cuando un alma se acerca a Mí con confianza, la colmo con
tal abundancia de
gracias que ella no puede contenerlas en sí misma, sino que las irradia
sobre
otras almas” (1074). Le pidió que mandara pintar una imagen de Él que
mostrara rayos de ternura y sanación brotando de Su corazón amoroso y
misericordioso
con la firma “Jesús en Ti confío” .
Jesús le dijo: “A través de esta imagen
concederé muchas gracias a las almas; ella ha de recordar a los hombres
las
exigencias de Mi misericordia” (742). Si
nuestro amantísimo Señor nos concederá
estas gracias fenomenales por venerar a una santa imagen de Él, ¿cuánto
más
bendecirá y concederá gracias a los que tienen la devoción de velar con
Él en
el Santísimo Sacramento?
“Mientras estaba en la iglesia...vi los mismos rayos que salieron de
la
custodia y se extendieron por toda la iglesia. Eso duró todo el
tiempo del oficio;
después de la bendición [se proyectaron] sobre ambos lados y volvieron a
la
custodia. Eran claros y transparentes como el cristal. Pedí a
Jesús que se
dignara incendiar el fuego de su amor en todas las almas tibias.
Bajo estos
rayos se calentaría el corazón aunque estuviera frío como un pedazo de
hielo,
aunque fuera duro como una roca, se volvería polvo” (370).
Jesús le dijo a Santa Faustina: “Hoy te envío a ti a toda la
humanidad con Mi
misericordia. No quiero castigar a la humanidad
doliente, sino que deseo
sanarla, abrazarla a Mi Corazón misericordioso” (1588). “Los
más grandes
pecadores llegarían a una gran santidad si confiaran en Mi misericordia”
(1784).
“Cuanto más grande es el pecador, tanto más grande es el derecho que
tiene a Mi
misericordia” (723).
La Hermana Faustina escribió estas palabras que Jesús le dijo:
“Te recuerdo,
hija Mía, que cuántas veces oigas el reloj dando las tres (de la tarde),
sumérgete totalmente en Mi misericordia, adorándola
y glorificándola; suplica su
omnipotencia para el mundo entero y especialmente para los pobres
pecadores”.
“En cuanto te lo permitan los deberes. . . por
lo menos entra un momento en la
capilla y adora en el Santísimo Sacramento a Mi Corazón que está lleno
de
misericordia”. “Exijo el culto a Mi misericordia de
cada criatura” (1572).
Una vez cuando Santa Faustina se encontraba rezando ante Jesús en la
Sagrada
Eucaristía, Él le mostró una visión. Cada vez que una persona
entraba a la
capilla y visitaba a Jesús expuesto en la custodia, ella veía que Sus
Rayos
Divinos de Amor y Misericordia salían y ¡envolvían al mundo entero y a
todos en él
con gracias y bendiciones! Mediante la
Adoración Eucarística Perpetua, Jesús
da rienda suelta a Sus rayos de sanación sobre nosotros, nuestras
familias y
el mundo entero! Jesús pidió específicamente que la Fiesta
de la Misericordia
se celebre el primer domingo después de la Pascua de Resurrección.
Este día
glorioso ilumina la gran Misericordia de Dios ¡que se manifiesta en la
Sagrada
Eucaristía!
Jesús le reveló a Santa Faustina la Coronilla a la Divina
Misericordia
encomendándole a recitarla diariamente a las tres de la tarde, la
Hora de la Gran
Misericordia. “Reza incesantemente esta coronilla que te he enseñado.
Quienquiera que la rece recibirá gran misericordia a la hora de la muerte.
Los
sacerdotes se la recomendarán a los pecadores como la última tabla de
salvación.
Hasta el pecador más empedernido, si reza esta coronilla una sola vez,
recibirá
la gracia de Mi misericordia infinita. Deseo que el mundo entero
conozca Mi
misericordia; deseo conceder gracias inimaginables a las almas que confían
en
Mi misericordia” (687).
Coronilla a la Divina Misericordia
(puede recitarse usando las cuentas del rosario)
Empezar con: el Padre Nuestro . . . Ave María . . . y
el Credo de los
Apóstoles. . .
En las cuentas del Padre Nuestro, decir: Padre Eterno, Te
ofrezco el Cuerpo
y la Sangre, el Alma y la Divinidad de tu Amadísimo Hijo, nuestro Señor
Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.
En las cuentas del Ave María, decir: Por su dolorosa Pasión, ten
misericordia
de nosotros y del mundo entero.
Para terminar, decir tres veces: Santo Dios, Santo fuerte, Santo
Inmortal,
ten piedad de nosotros y del mundo entero (476).
“La Misericordia de Dios oculto en el Santísimo Sacramento; la voz
del Señor
que nos habla desde el trono de la misericordia: Venid
a Mí todos . . . Mira,
alma, por ti he instituido el trono de la misericordia en la tierra y este
trono es el tabernáculo y de este trono de la misericordia deseo bajar a
tu
corazón. Mira, no Me he rodeado ni de séquito ni de guardias, tienes
el acceso a
Mí en cualquier momento, a cualquier hora del día deseo hablar contigo y
deseo
concederte gracias” (Jesús, 1485).
¿Ha habido algún momento en la historia de la humanidad donde hemos
necesitado la Divina Misericordia de Dios, su amor y guía más que ahora?
El Papa Juan
Pablo II dijo, “Toda persona que ora al Salvador [en el Santísimo
Sacramento]
arrastra consigo al mundo entero y lo eleva a Dios . . . Mediante la
adoración,
el cristiano contribuye misteriosamente a la transformación radical del
mundo” (mensaje al Obispo de la diócesis de Lieja [Bélgica], 1996).
“Sobre todo,
de la Eucaristía mana hacia nosotros la gracia como de su fuente”
(Constitución
sobre la Sagrada Liturgia,10).
“Te dejaste a Ti Mismo en
el Sacramento del Altar y nos abriste de
par en par Tu misericordia. No hay miseria que Te pueda agotar; llamaste
a
todos a esta fuente de amor, a este manantial de la piedad divina.
Aquí está el
trono de Tu misericordia, aquí el remedio para nuestras enfermedades. . .
“Adorado seas, oh Dios, en la obra de Tu misericordia,
bendecido seas por
todos los corazones fieles sobre los cuales se posa Tu mirada, en los
cuales
está Tu vida inmortal...Por un amor inconcebible has permitido abrir Tu
sacratísimo costado, y de Tu Corazón brotaron torrentes de Sangre y Agua.
Aquí está
la Fuente viva de Tu Misericordia, aquí las almas encuentran consuelo y
alivio.
“En el Santísimo Sacramento nos has dejado Tu
misericordia. Tu amor ha
proveído que caminando por la vida, los sufrimientos y las fatigas, no
dude yo
nunca de Tu bondad y Tu misericordia. Aunque sobre mi alma pesen
las miserias
del mundo entero, no puedo dudar ni un solo instante, sino confiar en la
fuerza de la Divina Misericordia” (Sta. Faustina 1747 y 1748).
Santa Faustina, tú nos dijiste que tu misión continuaría después de
tu muerte
y que no nos olvidarías (Diario, 281, 1582). Nuestro Señor también
te
concedió un gran privilegio al decirte “distribuye gracias como
quieras, a quien
quieras y cuando quieras” (31). En esta confianza, imploro tu
intercesión en mi
provecho y concédeme las gracias que tanto deseo (mencione lo que desea).
Sobre todo, ayúdame a confiar en Jesús como tú lo hiciste y así
glorificar Su
misericordia en todo momento de mi vida. Amén.
Santa Faustina del Santísimo Sacramento por favor intercede para que
la
Adoración Perpetua a Jesús en la Sagrada Eucaristía se haga realidad en
¡toda
parroquia del mundo entero!
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